INTRODUCCION

Al tratarse de la reconstrucción de la historia de las grandes civilizaciones de la antigüedad, es común que se tenga en cuenta su desarrollo económico, la doble determinación entre el aparato político y las instituciones religiosas, además de encontrar que la relevancia de estas sociedades antiguas se puede vislumbrar mediante el estudio de sus dinámicas internas particulares, en las relaciones que se establecen con otros pueblos y por medio de la observación del legado cultural que permanece vigente aún en nuestros días.

El espectro de posibilidades para abordar la antigüedad se torna cada vez más amplio en el sentido en el que temáticas tradicionales, aun cuando continúan suscitando gran interés, no se presentan como la única vía para tener acceso al pasado más lejano. Es así como, en este caso, el estudio del rol de la mujer en las grandes civilizaciones y en sus distintas manifestaciones no sólo representa una de las bases fundamentales para continuar llenando los enormes vacíos que encontramos en la Historia Antigua, sino que nos sitúa en otras categorías de conocimiento tales como la Sexualidad y nos lleva a replantear otras como el Poder.

No obstante a la hora del estudio de la Mujer encontramos que existen una serie de dificultades que hacen que el mismo sea insuficiente respecto de todos los aspectos de su vida, especialmente aquella que hacía parte de la base constitutiva y mayoritaria de la sociedad: la mujer del común.

Estas limitaciones están dadas principalmente por la ausencia de fuentes que señalen los diferentes aspectos de su vida cotidiana, bien sea porque no se produjeron o porque aun están por descubrirse, contrario a la existencia de fuentes cuyo lugar de producción fue desde la élite que siempre estuvo interesada en perpetuarse en el tiempo y lo consiguió. Asimismo, la búsqueda de la inmortalidad no sólo se daba en las cúspides sociales de la antigüedad, sino también a nivel de las clases mas bajas y gracias a esas expresiones contamos con vestigios, de carácter funerario especialmente, que nos arrojan muchos elementos de las vidas de las personas comunes, en este caso de las mujeres.

Es importante destacar que cada una de las civilizaciones que se tratarán a continuación (Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma) guardan entre sí enormes diferencias, aun dentro de las regiones que conformaban cada uno de los territorios que éstas ocupan, que se ven reflejadas en la concepción que tiene cada una frente a la Mujer, no obstante, entre sí también se dieron distintos tipos de vínculos y las mujeres fueron protagonistas en tanto ellas, en muchas ocasiones fueron comodines diplomáticos en aras de afianzar alianzas que de alguna forma con el tiempo, lograron influenciar de manera recíproca cada una de las visiones que se tiene acerca de ellas mismas.

Por lo tanto, los siguientes artículos tienen como objetivo central brindar a sus lectores una visión general acerca de lo que significaba en cada una de estas culturas ser mujer. La mejor forma de dar cuenta por un lado, de las diferencias y por otro, de las posibles similitudes entre las funciones de la mujer que van desde lo político, lo religioso, lo sexual, lo jurídico, lo social y lo económico, es mediante un ejercicio comparativo que permita identificar esos parámetros de forma más concreta y que permita entender que aun cuando es poco el renombre que tienen las mujeres en la historia antigua, salvo algunas excepciones, ellas son también base fundamental de sus culturas correspondientes, de ellas también dependió en gran parte la configuración particular de las dinámicas de su entorno.


IMPORTANCIA DE LA MUJER EN LAS SOCIEDADES ANTIGUAS DE EGIPTO Y MESOPOTAMIA


Como muy bien lo dice George Duby en su extenso trabajo de la “Historia de la mujer en la Antigüedad” (1), a lo largo de los siglos y en las distintas civilizaciones antiguas, la mujer ha sido percibida y vista según los criterios masculinos del momento por lo tanto, el estudio que se ha realizado y se realice sobre la importancia y el papel de la mujer en las sociedades antiguas tiende no sólo a ser reduccionista, sino también a mantener cierto criterio parcializado que muy difícilmente permite ver la objetividad de la realidad de aquellos momentos. Sabiendo que en el estudio histórico la verdadera realidad es una simple ficción de los historiadores, lo que se pretende en este trabajo comparativo, no es sólo dilucidar a través de las diferentes fuentes iconográficas y textuales la importancia tanto de la mujer egipcia como mesopotámica, sino también crear una mirada diferente frente a la mujer antigua.

Asimismo, el trabajo comparativo profundizará cuatro temas distintos (jurídico, religioso, socio-político y sexual) relacionados con la mujer, para ampliar no sólo nuestra visión frente al tema, sino también para exponer nuevas preguntas que inquieten al lector. De esta manera, el estudio de la mujer egipcia y mesopotámica se hace fundamental, ya que nos permite observar dos caras de la misma moneda. Para comenzar, se hace necesario hacer unas cuantas preguntas que estructurarán el trabajo; primero ¿La importancia de la mujer antigua radicaba en su ser sexual?, segundo ¿si la mujer era principio de naturaleza podría convertirse en fin cultural?, tercero ¿se podría entender el origen de las prostitutas como mecanismo social de colectivización ? y cuarto, ¿cuáles podrían ser las principales causas del refinamiento de la mujer?

La mujer egipcia se ha convertido en el máximo exponente de la autonomía femenina en la mayoría de las sociedades de la antigüedad, cabe destacar, que en comparación con las mujeres contemporáneas de Grecia, Roma y en especial Mesopotamia, las egipcias vivían con cierta libertad, respeto y libre albedrío que las convertían de alguna u otra manera en el igual del hombre. Pero es preciso aclarar, que la importancia y la funcionalidad de la mujer en la sociedad egipcia no derivaban de un régimen matriarcal, todo lo contrario, prevalecía la voluntad y obediencia hacia el hombre. Al igual que la mujer egipcia, las mesopotámicas tuvieron oportunidades jurídicas que les permitían mantener cierto control dentro de su vida.

En Egipto antiguo a la mujer se le reconocían todas las prerrogativas de las que gozaba el hombre (2), podía divorciarse, heredar, culpar, juzgar, etc., tenía la oportunidad de ejercer sus derechos cumpliendo los requisitos que se le exigían. Antes de mencionar las exigencias, es importante tener en cuenta, que la posición de la mujer egipcia al igual que la mesopotámica variaba entre ciudades, sector social y cambiaba a lo largo de los años por lo tanto, los requisitos que se le exigían iban modificándose de acuerdo a las leyes imperantes. Por ejemplo, durante el reinado Sumerio, las mujeres aunque tenían la función de procrear, tenían mejores posibilidades jurídicas y sociales que durante el reinado de los Acadios.

Al igual que las mujeres de la elite egipcia, quienes obtenían grandes beneficios por su status como la posesión de bienes, herencias, contratos de propiedad, independencia económica, etc., las mesopotámicas tenían privilegios que sólo podían disfrutar si pertenecían a la pequeña élite, estas mujeres sabían leer, escribir, coser, pintar y hasta cierto punto algunas podían ejercer poder administrativo. Aunque debemos destacar que la posición jurídica de la mujer egipcia de la élite fue mucho más equivalente al de los hombres, la mujer mesopotámica tuvo privilegios y leyes que la protegían. Para el gobierno de Hammurabi, se decretaron diferentes leyes que no sólo castigaban a los hombres, sino también a las mujeres promiscuas y mentirosas, so pena de muerte. No obstante, es importante destacar que estas leyes no llegaron a ser tan radicales y exigentes como se hubiera esperado. Gracias a la estabilidad del régimen económico de Egipto basado en la redistribución, la participación y contribución de la mujer tanto de la élite como del pueblo, fue mucho más visible que en Mesopotamia, la mujer egipcia mantenía su autonomía económica sin representación alguna y tuvo la oportunidad de heredar, a comparación de la mujer mesopotámica, quien vivió bajo los mandatos y criterios de su padre o esposo.


La mayoría de los ingresos de una egipcia no sólo se adquirían gracias al trabajo, sino también por la herencia de su padre o por el divorcio por lo tanto, es preciso decir que legalmente la mujer estaba amparada, lo cual significaba protección y seguridad dentro de aquella sociedad. La mujer egipcia en especial la de la elite, mantenía cierta autonomía tanto social como económica que le permitía tener un papel mucho más evidente dentro de la comunidad, contrario al papel de la mujer mesopotámica, quien era vista como fuente de naturaleza y placer. Fue gracias a esta percepción, que los estandartes de la sociedad antigua se implantaron bajo el espacio de lo religioso y sexual, dándole gran importancia no sólo por despertar conciencias, sino también por manipularlas.

La importancia de la fertilidad y del placer sexual fue evidente dentro de las sociedades antiguas, quienes tomaron medidas y estrategias para disfrutar de aquellos goces. De esta manera, la prostitución sagrada como ritual sacro destinado a venerar a la diosa Ishtar, quien era la diosa del amor carnal, del deseo sexual y de las relaciones extramaritales, fue netamente primordial para la constitución de la colectividad mesopotámica y del lenguaje corporal. En Babilonia, el matrimonio era un contrato destinado a perpetuar a la familia, que a su vez, era sostén del Estado y generadora de riquezas por tal razón, las relaciones extramaritales no era mal vistas ni juzgadas. Todo hombre debería tener su primera relación sexual con las sacerdotisas de Ishtar, quienes lo iniciaban no sólo en la actividad sexual, sino también en el espacio social de la colectividad babilónica.

Las prostitutas sagradas constituían un fuerte poder religioso y social, que mantenía el equilibrio, el orden y la armonía dentro de la sociedad, ya que tenían el poder de instruir, enseñar y sobre todo culturizar a sus “clientes”. Los beneficios culturales que las prostitutas ofrecían no sólo por ser el centro de las artes menores, sino también por ser las receptoras de cuantiosa información, fueron enormes. La búsqueda inconsciente de la armonía a través del placer sexual, conllevó a una alteridad, que permitió que la relación interpersonal y sobre todo con el cuerpo fuese colectiva y socializada. “La prostitución de origen religioso permite destacar que más allá del individualismo existe, más o menos afirmado, un cuerpo colectivo” (3).

Según W. Benjamín, el equilibrio cósmico y el de la sociedad se cimentaban bajo el papel de las prostitutas sagradas, quienes indiscutiblemente colectivizaron el cuerpo y sexualizaron lo que era espiritual (4). Debido a la circulación del sexo con fines religiosos, la iniciación a la vida colectiva y el impulso a la conversación o charla, produjo que la prostitución fuera cívica y le diera sentido a la sociedad, otorgándole una amplia esfera de refinamiento cultural. “La prostitución hace presente lo que el cuerpo propio le debe al cuerpo colectivo: su existencia” (5) .

Como muy bien se puede observar en los anteriores párrafos, la importancia tanto de la sexualidad como de la religión no sólo deriva por ser elementos complementarios e interrelacionados, sino también por ser espacios de colectivización, donde se crean nuevos sentidos y formas de lo que es ético y de lo que es bello. Aunque la prostitución sagrada tiene muchísimas más fuentes en Mesopotamia y en Grecia, Egipto innegablemente experimentó un espacio sexual constantemente representado en sus amuletos, esculturas, pinturas, etc. Si bien es cierto que el sexo es importante por ser la única manera de procrear, para los egipcios éste tenía múltiples funciones; la principal era su realidad fundamental, la compra del vientre femenino. La segunda era su objetivo erótico, el cual representado en diferentes poses sexuales, proporciones enormes del miembro masculino y en posiciones provocativas de la mujer, expresaban claramente un deseo y placer sexual ligado a la naturaleza del ser humano. Y tercero, es una función netamente ritual, donde todo acto sexual se realiza con base ritual.


La importancia de estas representaciones sexuales se basa en su persistente énfasis en la fertilidad de la mujer sin olvidar su simple función iconográfica, enseñar. Tanto en Mesopotamia como en Egipto, la relación entre religión y sexo va constantemente ligada a la socialización del culto y al manejo del cuerpo, el cual está atado a lo que es ético. Mientras el acto sexual se privatizaba, la religión junto con sus diferentes estrategias como la prostitución sagrada, lo convertía en un acto colectivo donde la socialización por medio de la charla permitía mantener un control social. De esta manera, la religión se convierte en soporte del sexo y viceversa, constituyendo el columna cultural de la sociedad antigua.

Muy ligado a la sexualidad en la antigüedad, es importante destacar la concepción de belleza que se tenía en aquel momento, para los mesopotámicos la belleza era leída a través de la grandeza de las caderas de sus mujeres, ya que esto representaba fertilidad, para los egipcios aunque la fertilidad era fundamental, el cuidado del cuerpo, del cabello y del rostro no sólo inspiraba placer, sino también marcaba el status social de la mujer. Debido a sus constantes y evolucionados cuidados corporales, los egipcios de la élite se convirtieron en los iniciadores del maquillaje y de la depilación, tanto hombres como mujeres cuidaban sus piernas, su piel, su rostro, su vestimenta y llegaron a crear deliciosos perfumes y ungüentos para sus necesidades diarias.

La idealización de la mujer de la élite egipcia se basó en la belleza y delgadez de sus piernas largas, en sus cabelleras negras, su cintura estrecha y sus senos firmes, algo totalmente distinto en los mesopotámicos, quienes vieron en la robustez y senos bastantes grandes el ideal de belleza de sus mujeres.

El papel social de la mujer variaba entre sociedades y status, la importancia de la misma radicaba más que todo en su capacidad reproductiva como muy bien lo dice J.P Vernant, pero las mujeres de la élite mantenían ciertos privilegios, aparte de su papel fecundativo, que las campesinas no tenían. Las funciones y las responsabilidades de las mujeres venían dadas por la costumbre y tradición. Por un lado, las mujeres campesinas mesopotámicas tenían que trabajar la tierra, cuidar la casa, a los animales y a los niños, mientras sus esposos comerciaban e iban a la ciudad; por el otro, las mujeres de la élite también tenían que cuidar y controlar sus casas, pero tenían la oportunidad de adquirir un puesto en el gobierno, en el comercio, como sacerdotisas o dentro de los estamentos militares.

Cabe aclarar que en comparación con las mujeres mesopotámicas de la élite, quienes eran representadas por sus esposos y padres; las mujeres egipcias podían tener puestos políticos de alto rango, ser comerciantes, sacerdotisas, agricultoras, tejedoras sin ninguna representación masculina, esto se demuestra claramente en el papel tanto religioso como político que desempeñaron las mujeres de la familia real, en especial las faraonas. Ya desde la I Dinastía podemos comprobar, sea por el número de tumbas de las Señoras de Palacio, sea, sobre todo, por los restos que se conservan de las importantes sepulturas de las reinas, la particular importancia del papel que representaba la soberana, cuya posición se mantuvo e incluso cobró más importancia todavía durante la historia de Egipto (6).


La importancia de la Señora del Palacio no sólo radicaba por ser la fuente por donde se transmitía la sangre real, sino también por ser la heredera del faraón, esto le permitió tener privilegios jurídicos y salvaguardar su herencia a través del incesto. “De este modo, el faraón, sea quien sea, se convertirá por medio de su madre, a la que eligió el dios, en el heredero del demiurgo” (7). Esto demuestra claramente, que en comparación con la élite mesopotámica, la reina egipcia no sólo era considerada una divinidad, sino también un sujeto fundamental en la política del reino. La madre del faraón representaba un papel importantísimo, ya que ejercía una fuerte influencia sobre su hijo y porque después de la muerte de su padre, ella se encargaría de la regencia mientras su hijo crecía. En pocas palabras, las mujeres de la familia real, desempeñaban una labor esencial tanto en la cultura del palacio como en la política del reino, ya que influenciaban las decisiones del faraón.

Pero es fundamental recordar que la función de la mujer en la antigüedad era netamente reproductiva, sólo las pertenecientes a la élite desempeñaban otras funciones aparte de ser madres. Tanto las campesinas mesopotámicas como las egipcias debían de trabajar bajo los parámetros masculinos, sin olvidar, que aquellas mujeres fueron fundamentales en el control económico de sus respectivas casas. Antes de finalizar el artículo sobre las mujeres en la antigüedad, es importante resaltar el carácter colectivo de las sociedades, es decir, que las relaciones que se construían cobraban sentido no con el individuo, sino que remitían a la comunidad, donde se intercambiaban vínculos y se fabricaban lazos sociales basados en pasiones comunes, como el hambre o la colectivización del placer.

En pocas palabras, las mujeres tanto de la élite como las campesinas eran bienes colectivos cuyo fin principal era mantener la raza humana, aunque innegablemente, participaron en diferentes aspectos cotidianos como en la política y en la economía, las mujeres eran concebidas y vistas como sujetos pasivos que necesitaban de la asistencia de los hombres para mantener su papel dentro de la sociedad.

Conclusiones

Como se dijo anteriormente y sin ser repetitivos, las mujeres fueron pensadas como sujetos pasivos creados para procrear, pero gracias a las distintas fuentes tanto iconográficas como textuales, nos hemos podido dar cuenta, que las mujeres jugaron un papel importantísimo dentro de sus comunidades. En comparación con las mujeres mesopotámicas, representadas jurídicamente por sus padres y esposos, las mujeres egipcias disfrutaron de autonomía jurídica y económica, que les permitió mantener una equivalencia al del hombre y realizar actividades tradicionalmente masculinas. Sin embargo, es importante resaltar que Egipto no era una sociedad matriarcal, ya que prevalecía la voluntad y obediencia al hombre.

En cuanto al ámbito religioso orgánicamente ligado al sexual, es necesario destacar que tanto en Egipto como en Mesopotamia, las mujeres jugaron un trascendental papel, ya que crearon nuevas espacios para la socialización y la colectivización del cuerpo. En pocas palabras, los escenarios creados por estas mujeres, permitieron implantar un cuerpo colectivo basado en el placer sexual con fines religiosos, que llegó a mantener un equilibrio armonioso dentro de la sociedad. Los hombres eran iniciados por estas mujeres en la vida colectiva, donde la cultura y la socialización eran los fines inconscientes a alcanzar.

Por otro lado, es importante destacar el papel socio-político que jugó la mujer dentro de aquellas comunidades. En Egipto, las mujeres, en especial las pertenecientes a la Casa Real, podían desempeñar trabajos burocráticos y militares de gran categoría. Aunque su “verdadera” función era ser madres con excepción de las sacerdotisas, las mujeres egipcias de la elite jugaron un papel valioso dentro de la política de las dinastías además de ser las portadoras de la cultura y de las artes menores. En cuanto a las mujeres de la elite mesopotámica, se puede indicar, que éstas aunque trabajaban como comerciantes y dentro del gobierno, no desempeñaron el mismo papel que las mujeres egipcias, más bien se podría decir que fue un tanto menor su participación.

En pocas palabras, creemos que el valor de la mujer tanto egipcia como mesopotámica no radicaba en su función política o religiosa, más bien residía en su función reproductiva. Aunque no queremos desestimar su papel dentro del ámbito político, económico y religioso, es importante destacar que en aquellos tiempos la importancia de la vida y de la continuidad, pasaba a manos de la mujer. Gracias al trabajo comparativo, pudimos darnos cuenta, que existieron valiosas diferencias en cuanto al trato que recibió la mujer en la antigüedad. Mientras que en Egipto, la mujer disfrutaba de cierta autonomía, la mujer en Mesopotamia tenía que vivir bajo la representación de su padre o esposo, además es importante destacar, que la religión y la cultura se enriquecieron por los aportes que proporcionaron las mujeres.

Gracias a la visión que tuvo Egipto sobre la mujer, creemos que la utilización y la función de la misma dentro de su comunidad, aportó al crecimiento y desarrollo de la civilización. La mujer independiente y dignificada puedo realizar más contribuciones a su comunidad que una mujer sometida por un régimen patriarcal. En conclusión, podemos decir, que la mujer egipcia pudo ayudar más al crecimiento de su sociedad que la mujer mesopotámica, por el simple hecho, de disfrutar una cierta autonomía económica.

Creemos que aunque la mujer en aquellos tiempos era considerada un sujeto pasivo, las mujeres conscientemente sabían de su importancia dentro de la comunidad, ya que participaron en la economía familiar, en la política, en la religión, en las artes y sobre todo crearon nuevos espacios para la colectivización del saber y la socialización del cuerpo, bases fundamentales para la formación de una comunidad. En pocas palabras, el papel de las mujeres en la antigüedad residía en su vientre y en su capacidad de sobrevivir bajo un mundo masculino.

Notas.

(1) DUBY. G. Historia de la mujer en la Antigüedad. Editorial Taurus, Madrid, año 200, I Volumen, Introducción
(2) LLAGOSTERA, E. (2005). La importancia socio – política de la mujer en el Antiguo Egipto. Recuperado de http://www.egiptologia.com/content/view/360/42/
(3) MAFFESOLI, Michel. (1990). La prostitución como forma de socialidad.
Recuperado de http://www.nuso.org/upload/articulos/1922_1.pdf
(4) MAFFESOLI
(5) MAFFESOLI
(6) DESROCHES, Ch. (1999). La reina y su contexto. En La mujer en tiempos de los faraones. P 33
(7) DESROCHES. P 38


EL PAPEL DE LA MUJER EN GRECIA Y ROMA


Al hablar de Grecia y Roma hay que mencionar el poder absoluto del hombre y el papel de sumisión de la mujer romana, que necesariamente estaba a cargo de un hombre, generalmente era su padre o su marido, esto se puede emparentar con el riesgo de descontrol de la mujer en el pensamiento griego, además la mujer en Roma debería estar en la casa por razones de estratificación, concebidas en una sociedad patriarcal.

Durante los primeros años de la infancia las niñas se educaban en su hogar y a partir de los doce años se instruían con maestros para aprender a escribir, leer y adquirir algunas nociones de cálculo. Luego se comprometían en matrimonio muy jóvenes, justo en la edad que se convertían en niñas fértiles, generalmente, a partir de los doce años. Por su parte, los hombres podían casarse a partir de los catorce años, aunque lo más común son los treinta. El objetivo principal del matrimonio era tener hijos que perpetuaran la familia, los cultos y costumbres familiares, de ahí, que fuera necesario garantizar la posibilidad de procreación de ambos géneros, este caso se daba en las dos civilizaciones.

Así pues, las mujeres nunca estaban solas e indefensas porque siempre dependían de un hombre que las cuidara (de hecho morían, en muchos casos, antes que el hombre), la esperanza de vida de una mujer en la mayoría de civilizaciones antiguas es muy pequeña, pues se enfrentaban a una serie de dificultades antes, durante y después del parto. Ya casada, la mujer desempeñaba un papel determinante en la conformación de una familia. Sus acciones las ejerce en el ámbito de las tareas domésticas. Dependiendo a la clase a la que pertenecía ejercía diferentes funciones. Supervisaba los esclavos domésticos y podía dedicarse a actividades como el tejido o el bordado, entre otras. También, podía asistir a espectáculos públicos en compañía de su esposo.

Debía ser un modelo de principios: fidelidad, honestidad, respeto hacia su esposo, laboriosidad, etc. Siempre identificada como objeto de deseo la mujer griega edificaba el ideal conductual que era exaltada con la prudencia, la fidelidad entre otras (1). Como se logra ver en el párrafo anterior, la idea de la mujer griega permea de una manera importante la construcción de la mujer romana pues son ideales que perduran a lo largo del tiempo, pues si bien hay mujeres que tienen un papel de “prostitución” además no era mal visto dentro del marco griego, en el romano eran mal vistas pero aún así estaban ahí, laborando y libertadas, pero dentro de los dos pensamientos puede que hayan mujeres especializadas en el placer, pero es necesario tener una casa en el sentido social que contenga en ella una mujer virtuosa.

Aunque la mujer seguía siendo considerada como una pieza política que se ponía donde más conviniera, fue adquiriendo más libertades, como es el caso del matrimonio sine manus en el cual la mujer si abandonaba su hogar durante tres días, antes de cumplir el primer año de casada, quedaba libre para rehacer su vida con alguien más.

Mientras un sector de las mujeres griegas concubinas, que a diferencia de las mujeres casadas, tenían una formación especial para complacer a los hombres y su posición dentro de la sociedad era de independencia frente al hombre, gracias a ellos lograban esta libertad, ya que era a través de lo que pagaban podían gozar de dicha libertad, de todas formas no está muy claro si estas mujeres eran extranjeras, este motivo podría hallar la razón de por qué esta práctica no era mal vista. Las bailarinas romanas de los misterios, se consideraban perjudiciales pues no tenían moral alguna, es decir vivían en el libertinaje; y finalmente en el último escalafón social de derechos y privilegios, estaban las prostitutas que representaban la doble moral de los romanos pues eran rechazadas pero a la vez eran muy necesarias para la sociedad, es decir, eran personas libres pero no tenían los mismos derechos, como había expuesto anteriormente si bien eran mal vistas hacen parte de la sociedad, pues son un método de placer del hombre y nunca saldrán de la sociedad por esa razón.

Las sacerdotisas romanas o vestales de clase alta llegaban al templo a los seis años, y debían permanecer vírgenes durante 30 años cuidando la llama del Estado y conservando las buenas costumbres. Ellas tenían más libertad que el resto de las mujeres y gozaban de una mayor reputación pues la castidad femenina se asociaba a la bonanza del Estado. Al igual que el caso más común que es el Oráculo de Delfos, donde la sibila moraba gozando de una libertad otorgada por el mismo templo, es así que ella se mantiene en ese lugar al estilo de una vestal.
(1) Martinez, A. (1998) "La mujer en los epigramas cretenses de época imperial", en Actas del IX Congreso Español de Estudios Clásicos


CONCLUSIONES GENERALES

Pese a las libertades que en unas civilizaciones se dan y en otras son más restringidas, lo que tienen en común estas cuatro sociedades es que el amparo formal de la figura masculina siempre estará presente.

La función más importante de la Mujer acudiendo nuevamente a una mirada general de las cuatro culturas, guardando las proporciones claro está que exigen las diferencias existentes, es sin duda alguna la capacidad de la Mujer de otorgarle vida a otros seres humanos que trae consigo además una mirada especial hacia ella que la vincula con las relaciones más estrechas dadas entre el mundo de lo terrenal y el mundo de las divinidades y de lo supraterrenal.

Por otro lado, aún cuando el margen de acción de la Mujer es restringido tal como sucede en Grecia, en donde ella se encuentra situada en la escala social más baja, aún un por debajo de los esclavos, su cuidado es fundamental ya sea en virtud de mantener la legitimidad de los hijos o bien sea por la prolongación de la expectativa de vida que no puede ser larga dado que la mayor parte del tiempo, está dedicada a tener hijos en unas condiciones enormes de riesgo; simplemente, pensemos en nuestro tiempo, un sin número de dificultades se dan durante las distintas etapas que conlleva el embarazo, estas dificultades se tornan abismalmente agudas si las pensamos milenios atrás.

Por otro lado, el ideal de Mujer en cada uno de los casos, tiene como rasgo característico común que era ella quien desempeñaba el rol de madre tanto desde la fertilidad como desde la crianza de sus hijos específicamente, el cuidado del hogar y en general su permanencia en el estado que se le había asignado ya fuera según el modelo mesopotámico de Isthar, el Maat egipcio cuyo complemento femenino estaba representado en la figura de Isis, en Grecia el modelo a seguir estaba dado por Hera y en Roma por la diosa Vesta (su equivalente griega es Hestia), todas ellas, portadoras de virtudes relacionadas con el amor maternal, la abnegación y la permanencia en el hogar junto al trabajo en los quehaceres propios de éste, pero igualmente las mujeres tenían un alto grado de voluntad en su obrar y de influencia en las vidas de sus allegados (1).

El hecho de que exista demasiada regulación sobre las actividades femeninas, denota además de la intención de dominio que se quiera tener sobre ellas un temor respecto de sus acciones, lo cual significa que ellas aunque no se les reconociese en muchas ocasiones de manera oficial esa capacidad de hacer efectivas sus opiniones y sus decisiones, claramente su criterio tenía incidencia en la vida social.

En conclusión, varios factores en constante choque logran desenvolverse en la sociedad en la que está inmersa la Mujer de la antigüedad, primero el que se presenta entre su cuidado pero al mismo tiempo sus restricciones; segundo el hecho de verla supeditada al poder masculino pero por otro, el hecho de reconocérsele una cercanía más estrecha con los dioses, más poderosos aún que los hombres; y por último, la constante dicotomía entre el enorme sacrificio que significaba para ellas estar la mayor parte de sus vidas en estado de embarazo y sus consecuentes efectos (esto si se lograba correr con la suficiente suerte de no morir durante el primer intento de dar a luz), y ejercer funciones de otra índole como políticas, administrativas, religiosas e incluso militares si se tenía la oportunidad. Todo parece indicar que la balanza se inclina más hacía el primer eje ya que la presencia de la presión social y la concepción de la sociedad de manera orgánica en donde el individuo sólo hacía parte del engranaje del desarrollo de la misma es la piedra angular en la antigüedad y por lo tanto hombres y mujeres abogan más por el primer modelo de mujer, no obstante es Egipto un ejemplo de una ruptura, valga aclarar, moderada, de este esquema, ya que las características de su organización social en general dan como individuos dominantes a los hombres, sin embargo la presencia de factores como la transmisión del trono por parte de la Mujer al igual que el desempeño de funciones estatales, religiosas y militares hacen de esta civilización una caso especial en materia del papel que representó la Mujer.

(1) Estas cualidades pueden verse adoptadas por la construcción por parte del cristianismo de la figura de María, la madre de Jesús.